sábado, 30 de octubre de 2010

Historias de cajón - Amy

Bueno, este es una pequeña narración, no es una de las primeras que he hecho, pero es la primera que colgaré.

"Aquí vamos" - me dije a mí mismo al salir de mi casa en bicicleta y con una pequeña mochila en mi espalda - "un día más en esta mi lucha por sobrevivir en la jungla de asfalto". Se sentía un áspero olor a smog, al cual estaba acostumbrado mas no significa que me agrade y buscaba evitarlo. Era mi primer día en la preparatoria y estaba decidido a ingresar a la UNI (aunque no sepa bien cómo, pero por ahí vamos). En el camino (gris) veía lo de siempre: casas cuadradas, polvorientas, excesivamente simétricas y parecidas (más gris); embotellamientos por aquí y por alla (ewww, smog otra vez), personas desafiando a la muerte aún en frente del puente peatonal (irónico, ¿verdad?), perros vagabundos, esqueléticos; y uno que otro árbol por ahí (todo un clásico paisaje gris). Yo, aburrido, veía el deprimente paisaje (si es que se lo puede llamar así). En eso, algo llamo mi atención: una figura femenina, algo alta y no muy voluptuosa, piel de tono suave y algo rosada, ojos pardos claros (aunque con un tenue tono azulado), y de ropa colorida (aunque cualquier cosa colorida resalta en un paisaje urbano a las 6 y media de la mañana): casaca anaranjada, un jean y unas botas de color pardo claro con su felpa arriba y sus dos bolitas de felpa colgando. En fin, para mí era simpática, pero cada uno con sus gustos. Me fijé en su mano, llevaba un carne de preparatoria que la identificaba como alumna de la misma academia que yo. Fue tal mi impresión que me detuve un momento a mirarla. Estaba impaciente, tanto así que le dio de zapatazos al suelo y chasqueaba de rato en rato. Era gracioso. Luego de unos segundos me animé a acercarme y le dije: "Tarde, ¿no?".

La joven me miró de inmediato. Su mirada indicaba sorpresa (de seguro andaba distraida pensando en... sólo Dios sabrá qué cosa). Nuestras miradas se cruzaron, tenía la mirada más profunda que jamás había visto: sentí como si el tiempo y el mundo desaparecieran, sólo ella y yo existíamos en ese cuadro (eso sonó cursi, ¿verdad?). Sentí que eso duró 3 segundos, ¿algo más? noté que ella sintió lo mismo. Éramos como dos niños, inocentes e indecisos, sin saber quien dirá la siguiente palabra:
  • Amm, sí - respondio finalmente la chica.
  • Vaya coincidencia - dije vacilante - yo me dirijo a la misma academia que tú.
Saben, iba a preguntarle si quería que la llevara (y hasta hoy no sé por qué) pero ella se me adelantó:
  • Y... podrías llevarme contigo... n... no es mucha molestia, ¿verdad?
  • No, al contrario - respondí resuelto casi como por acto reflejo - sube.
Me arrimé un poco y acomodé la mochila, la joven se sentó a mi atrás. Para suerte mía la bicicleta tenía un asiento amplio, como para dos personas. A pesar del frío que hacía, su cuerpo estaba caliente, eso me sentó bien. Una vez todo listo, proseguí la marcha; al principio rápido por el tiempo que nos traíamos encima, pero luego fui bajando el ritmo a medida que ella se aferraba a mí, como cobijándose (ahora sé como se sentiría ser un oso de peluche). Me sentía liviano, como flotando; a tal punto que casi me choco con una berma y ella tuvo que avisarme con uno de esos gritos agudos de mujer que tando detesto (¡aaaaaaaaaaa!) (vaya que fea actuación). Mientras llegábamos a la academia, el paisaje cambió: simplemente todo era más tranquilo, más silencioso y menos gris; y eso que tampoco era tan lejos que digamos. Una vez que llegamos estacioné, ella bajó con cuidado y le pasé sus cosas, luego lo hice yo. Muy linda, la chica mostró sus buenos modales con un cariñoso "Gracias".

Creo que ese fue el mejor agradecimiento que recibí en toda mi vida (o sería que las hormonas me estaban jugando una mala broma otra vez), y el ambiente era muy tranquilo, del tipo que me pone de buen humor.

La joven ya procedía a retirarse, mas yo la interrumpí cogiéndola de la mano. Tenía una mano tibia y muy suave, realmente me gustó. No pude contenerme más y le dije:
  • Oye, se que es... un poco imprudente; pero... ¿podría saber tu nombre? - no sé por qué pero noté que se me estaba subiendo emotivamente la temperatura.
  • Ah, sí - contestó tímida (a que nó se esperó una pregunta así) - mi nombre... me llamo Amy.
  • Oh, ya veo.
  • ¡Hey! - me interrumpió puesto que ya me quería quitar, con la verguenza me estaba poniendo mas rojo que un tomate recién cosechado - ¿y tú, gracioso?
  • ¡Ah!, jaja, lo olvidaba - que estúpido, pero bueno, son los nervios - soy Roy.
  • Bueno, Roy, gracias por todo.
Se acercó y me dió un beso en la mejilla. Allí de dí cuenta que ella estaba tan nerviosa como yo. Luego, Amy procedió a retirarse. Lo hizo despacio, su mano se deslizó muy suavemente por la mía.

Amy... ¿eh? ¡Qué lindo nombre!, creo que nunca voy a olvidarlo.

Pasatiempo literario

Aparte del diseño y esas cosas (he dejado de crear temas por ahora, mientras junto ideas e imágenes para crear nuevos), también suelo dibujar alguna cosa y escribir, escribir narraciones (o cuentos, me vale). He pensado publicar algunos escritos en este blog. Lo estoy pensando... Bueno ya.

miércoles, 6 de octubre de 2010

Gadgets curiosos

Calentitos desde aBowman.com, encontré estos curiosos gadgets que a muchos les podría gustar para tener en su web o blog.

¿Siempre has querido tener peces que no se cansen de comer? Pues adelante, aliméntalos... (clic para arrojar comida).


Antes era inpensable, pero ahora puedes tener tu propia araña domesticada, sin veneno y que vá a donde lo dirijas con el puntero (¿no es genial?).


Este es uno de mis favoritos: un hamster que hará cosas lindas para ti con tal de que le des de comer (clic para arrojar comida).


Dirije a esta familia de pingüinos con el puntero (puedes hacer que tropiecen entre ellos).


Hay más gadgets disponibles en esta página.

Envío agradeciemientos a... (bueno, quien sea que haya realizado estos hermosos trabajos). Chaufa

PS: Por cierto, disculpen que el blog haya estado algo desatendido, es que he estado muy ocupado (no, no; es en serio).