Una cena muy especial, con 13 hombres; uno de ellos, ungido por el mismo creador que nos dió forma genetica.
- Tomen y coman todos de este, que es mi cuerpo; aquél cuerpo que dentro de poco será entregado al hombre, y sacrficado por el mismo hombre.
El hombre del centro de la mesa repartió con delicadeza y pasión el pan, como si esa fuera la última vez que compartiese un momento como ese con los otros. Acto seguido, tomo una copa de vino, es esos de precio bajo, baratos como se diría por ahí; lo alzó y bendijo para repartirlo entre sus apóstoles.
- Tomen y beban todos de este cáliz, que es el cáliz de mi sangre; sangre que será derramada para garantizar la paz y el perdón de los pecados del hombre.
Todo era silencio, apenas si se podía escuchar un sordo crujir de la comida en la boca de los apóstoles. Un esceario frívolo, apesadumbrador, casi funesto. Jesús interrumpió el silecio y anunció:
- Como deberían saber, dentro de poco me tocará ser entrgado a los hombres para ser juzgado según su ley.
- ¿Juzgado? - interrumpió uno - pero, maestro ¿por qué tal cosa?
- Yo nunca permitiría algo así - se escuchó al fondo de la mesa.
- Pues me temo que será en específico uno de ustedes quien me entregue.
- ¿Qué? ¿cómo? - vociferaron todos - esto no es posible ¿quién sería capaz? ¿acaso seré yo señor? ¿lo haré yo? díganos, maestro...
- Yo seré entregado, para que se cumpla por completo la profecía; pero pobre de aquél a quien le toque hacer el trabajo sucio, deseará no haber nacido.
- ¿Cree que ese alguien sea yo, señor? - interrogó Judas, el más llamado Iscariote.
- Eso depede de cómo lo digas - le contestó muy seriamete.
La cena prosiguió con aquél aire melancólico con el que empezó. Al terminar, salieron al monte de los olivos. Ahí Jesús anunció:
- Hoy, varios de ustedes se escandalizarán de mí; y huirán, tal y como fue escrito: Heriré al pastor, y sus ovejas serán dispersadas. Pero, luego de resucitar, los acompañaré a Galilea.
- Pero maestro, ¿qué cosas dice? - replicó Pedro - yo nunca haría algo así, siempre estaré a su lado apoyándolo; aún si todos los demás le dan la espalda...
- ¿Y encima tú lo dices? - acotó el ungido - amigo mío, antes que cante el gallo me habrás negado tres veces, tenlo en mente.
Todos quedaron nuevamente en silencio. Pedro tuvo un muy mal presentimiento, y a la vez, mucho temor de que se cumpliese aquella fatalidad.
Luego de un rato, salieron al Getsemaní. Ahí Jesus les dijo a sus apóstoles que se quedasen a orar por sus almas para no caer en tentación. De ahí se dirigió al monte a orar a su padre, pidiedo fuerzas para terminar con todo lo anunciado, que fuese rápido y lo menos tormetoso posible. El estrés era demoledor, con sólo pensar en lo que se le avecinaba se le erizaba la piel; Jesús estaba asustado; mas sólo pidio que se cumpliese la voluntad de su padre.
Al volver todos estaban dormidos, ahora sí estaba seguro que serían sólo él y su padre en esto. En eso se oyen unos pasos, de uno, dos, tres, cinco, diez personas... son muchas y en grupo. Se ven antorchas aproximarse. Para cuando el grupo llega todos están despiertos y alerta. Resulta ser Judas Iscariote quien va al frente de todos, mal simulando naturalidad, se acercó a Jesús y le saludó "alegremente" con un beso en la mejilla. Jesús le miró idignado y a la vez muy triste por él.
- Qué irónico, Judas, traicionas al hijo del hombre con un beso... esa sí es nueva.
De inmediato dos hombre se acercaron a Jesus para apresarlo, mas uno de los apóstoles reaccionó rápidamente e hirió a uno de los apresores. Jesús detuvo al apostol y sanó al apresor, diciendo:
- No debiste hacer eso; quien haga caer por espada, por espada caerá. ¿Y ustedes qué? ¿acaso creen que no podría pedir doce legiones de ángeles en este preciso momento?... aunque, claro, si hiciera eso no se cumpliría lo escito... además ¿qué es eso de venir a apresarme con trinches y antorchas como si de ladrón se tratase? ¿eh?... Cada día me sentaba con ustedes en el templo, a la vista de todos y sin nadie quien me cuide las espaldas ¿y tenían que esperar a que no haya absolutamente nadie que vea lo que ocurre aquí? vaya forma de actuar la suya.
Los apóstoles se quedaron atónitos ante todo lo acontecido, y nada puediron hacer cuando tomaron a Jesús y se lo llevaron ante el Consejo y el sacerdote Caifás. Durante el camino, Jesús se mostraba pensativo, perdido en su mente, no sabía qué era lo que esperaba ahora; el momento del sacrficio estaba por llegar, sacrificio que hasta el día de hoy recordamos. Un hombre murió por todos, lo menos que deberíamos hacer a cambio es reconocer ese acto heróico, de valor verdadero; aceptar los hechos con fé y lógica, y agradecer el gran favor del creador.
Nuestro mundo está dirigido por ciegos, no por que no puedan evitarlo, sino porque no quieren ver. Así que es desición de cada uno abrir los ojos o mantenerlos cerrados.
Está bien escrito, pero aun así no me gusta nada la religión. Y aún menos la cristiana...
ResponderEliminarNo obstante, espero que hayas pasado una feliz semana de vacaciones.
Espero más entradas :)
Muac
Yo tampoco soy de seguir religiones. Este es sólo otro relato, nada más; no pretendo "moralizar" a nadie.
ResponderEliminarme encanto tu blog!, sin duda te sigo, espero verte prontito por makeyourlifeadreaam.blogspot.com ♥, besitos :).
ResponderEliminar¡Gracias por unirte!!! Veo que mis esfuerzos ya están dando sus frutos. Que tengas un buen día, jovencita.
ResponderEliminarPD: ya chequeé tu blog, me parece excelente.
Me gusta mucho tu estilo... claro que te sigo.
ResponderEliminarYo comienzo mi blog, espero que te agrade.
zony-aromademujer.blogspot.com
saludos.