viernes, 30 de diciembre de 2011

Sin piedad - Navidad ¿eh?... Sí, como no

♪♫Navidad, navidad, blanca navidad♪♫

Vaya vaya, hoy toca rajar de esta festividad (no pretendo aguarle la fiesta a nadie, pero es lo que sé y quiero contarlo); para empezar, el toro por las astas: la navidad no tiene nada que ver con el nacimiento de el salvador Jesús (más allá de una fecha simbólica, claro está), no es una celebración de orígenes religiosos como algunos piensan, y es tan o más pagano que la misma religión católica.



Así es, la navidad es una celebración "mundana" (he oído a algunos religiosos usar este término en tono despectivo, "la verdad no le veo gran vaina"), la crearon en parte los bárbaros, los romanos, los ingleses, los norteamericanos y las empresas de bebidas como Coca-Cola (siendo más puntuales, en el diseño actual de Santa).

Hace una buena cantidad de siglos, en el 24 y 25 se celebraba el solsticio de invierno en un lado, y las fiestas en honor al dios Dionisio (dios del vino y las parrandas) en otro lado. Esto más el creciente cristianismo le dio una idea al César: juntar estas fiestas con las celebraciones judías para asimilarlos a todos y tenerlos... digamos que más contentos. En paralelo, por estas festividades había un día en especial para Roma, en donde los esclavos podían ser ciudadanos y hasta amos por todo ese día, habían también intercambios de regalos entre todos. De aquí salió la fase inicial de esa costumbre, pero no duró demasiado. La navidad de aquél entonces era un gran banquete en familia más 1 invitado, pero eso era al gusto.

Pasó el tiempo, y en la alta edad media, la navidad pasó a ser pura juerga (estilo fiestas patronales, pero sin pirotecnia): parrandas, alcohol, bulla y baile por tdos lados, y no faltaban los borrachos que fastidiaban tocando puertas y pidiendo colaboración al mejor estilo del "dulce o truco" de Halloween (la travesura era romper tus ventanas de un botellazo); se volvió una fiesta un tanto indecente en su lado popular. Por el lado católico la cosa iva al revés, hasta nació la idea de alabanzas sobre esta festividad fuera de la iglesia: los villancicos. Fueron los mismos católicos quienes a fines del feudalismo se encargaron de reacomodar un poco la desorientada festividad.

Con la era moderna, la nueva tecnología y la incipiente farándula de la época nació una nueva costumbre: el arbolito de navidad. ¿Que de dónde vino? De tierra inglesa pues. Todo empezó con una foto familiar del príncipe Antonio con su esposa y un par de hijos tomada en navidad; con un arbolito moderadamente decorado; un periodista gringo la encontró, la retocó para que los de ahí parezcan norteamericanos y la puso de relleno en el periódico: se armó todo un "meme", similar al troll face de hoy en día, a todos les gustó la idea y empezaron a talar pinos para decorar en la sala (lo hicieron hasta que salieron los artificiales). Las decoraciones han variado mucho desde aquél entonces hasta la actualidad, con nuevos diseños cada año.

¡Finalmente viene Santa! El viejito que empezó siendo el duende de los regalos, inspirado en el querido San Nicolás por esa costumbre, que a mediados del siglo XIX pasó a manos de un norteamericano que le cambió el color de verde a rojo y blanco, lo mudó al polo norte, le aumentó veinte años, le dio una barba blanca más frondosa y sus primeros renos (no necesariamente los de ahora); todo en un poema que terminaba con la frase "I wish a happy christmas... (y algo más, no recuerdo bien)" pero los editores cambiaron el "happy christmas" por "merry chistmas"; el tío lo se quejó demasiado así que quedó. Pero faltaban detalles, lo que fueron agregados recién el siglo pasado por varios periodistas y posteriormente la misma Coca-Cola le dio los toques finales: entre todos añadieron el vestuario, algunos detalles de su vida (como la esposa, los duendes y los renos que hoy conocen) y su risota "jo! jo! jo!".

En conclusión, si bien la mayor parte de la navidad es una suerte de ideas cantarinas, poemas, tradiciones euroasiáticas, y mercadotecnia; al menos el espíritu navideño no cambiado casi nada: compartir en familia y recordar la promesa de salvación. De modo que, feliz navidad.

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